Lee el guion de Die Hard.

Por Abraham Jaime Villavicencio

Duro de matar es el título en español de una película con frecuente resonancia en la memoria colectiva de la población. Es difícil encontrarse con alguna persona que niegue estar familiarizada con el nombre. Para muchos considerada la mejor cinta de acción de la historia, es la responsable de algunos de los tantos clichés albergados en cintas de esta naturaleza. Su enorme éxito derivo en la creación de una extensa y cuestionable franquicia con el mismo nombre de la original. Die hard (1988) es una película de acción clásica e imperdible para los amantes del género.

Steven E. de Souza, uno de los dos escritores del filme, es un guionista especializado en escribir blockbusters de acción, algunos memorables y otros no tanto. 48 hrs (1982), Commando (1985) y Judge Dredd (1995) son tres de sus proyectos con mejor recepción por parte del público. El segundo escritor, Jeb Stuart, es otro profesional de la materia y conocedor del género. En la película 48 hrs (1982) trabajó junto a Steven E. de Souza. Lock up (1989) y The fugitive (1993) conforman sus proyectos con mayor popularidad y triunfo ante la crítica.

La historia de Die hard transcurre en la pomposa celebración que antecede a la noche de navidad. Un policía se desplaza de su ciudad natal a la urbe en la que reside su esposa con el objetivo de reconciliarse con ella y reunirse con sus hijos. Sus planes se ven amenazados por un grupo de ladrones que incursionan en el edificio donde trabaja su esposa y hacen una toma de rehenes. Por mera coincidencia, él logra escapar y se embarca en una misión por detener a los criminales y salvar el mayor número de vidas posibles. Después de una serie de disparos, golpes, heridas y acrobacias detiene a los malhechores y recupera la confianza de su media naranja.

Expuesto de esta manera, parece una película de acción genérica, barata y anticuada, pero si se ve en retrospectiva es la primera en establecer esta línea argumental y es ahí en dónde reside su valor. El protagonista de la historia se convirtió en el prototipo de héroe de las películas del género posteriores, pero lo que hicieron mal sus copias fue transformar un personaje heroico, con suficientes matices para otorgarle cierto grado de profundidad, en un simplón tan plano como un pedazo de cartón. En este guion se puede apreciar una ejecución implacable del actualmente típico héroe indestructible.

La sucesión de los hechos y el manejo del ritmo es notable. Desde la lectura del guion se genera la impresión de estar ante una película en ciernes con gran número de cortes. La ascensión de la cadencia hasta llegar a un punto trepidante en constante elevación es igual en el texto qué en la película. Una vez con la carrera en marcha, ninguna de las dos experiencias te deja recuperar el aliento. La escritura clara es un factor imprescindible para el desarrollo de la buena acción y ese es otro de los grandes aciertos del texto. Comunica las cosas de tal forma que su decodificación a imagen es casi automática.

A pesar de ser un guion relatado en una sola noche y en un solo lugar, el aumento de las apuestas es constante. Se podría pensar que con una delimitación tan restringida de tiempo y lugar es imposible elevar las preocupaciones del protagonista y las del lector, pero no es así. Si los guionistas no tuvieran la capacidad de hacer eso, la historia se tambalearía y terminaría por caer bajo su propio peso. Las apuestas en invariable evolución ayudan a evitar que el ritmo caiga en un remolino monótono y aburrido.

Leer el guion es como navegar en un río caudaloso y violento. La corriente avanza con celeridad y los lugares en los que poder descansar son mínimos y cortos, pero, como cualquier golpe de adrenalina, la experiencia es enteramente estimulante, entretenida e inolvidable.

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