Lee el guion de Network 

Por Abraham Jaime Villavicencio

Network (1976) es una sátira autodenominada indignante. De entre los muchos otros reconocimientos otorgados por la academia, el guion, escrito por Paddy Chayefsky, fue merecedor de un premio Óscar por ser el mejor guion original de ese año. Lo increíble del argumento es que, con cada año que pasa, las exageraciones que plantea sobre la industria de la televisión se acercan más a la realidad en la que se vive. A tal punto, que lo que en ese entonces se catalogó de ridículo, hoy en día es de lo más normal.

Paddy Chayefsky es un guionista sobresaliente constantemente premiado por su trabajo. A pesar de su prestigio en la industria cinematográfica, su trabajo empezó en la televisión; medio en el cual fue considerado uno de los guionistas más notables de la época. La perspectiva decadente desde la que escribió Network proviene de su experiencia trabajando ahí. En esos tiempos apenas se podían atisbar los grandes problemas de la pantalla chica, que hoy en día son tan evidentes como una mancha de café en un mantel. Antes de haber ganado el Óscar por esta célebre comedia negra, en 1955 lo consiguió por Marty y en 1971 por The Hospital. Es importante mencionar que también fue un destacada novelista y dramaturgo.

El guion retrata, con sobrado valor, el mundo implacable y altamente competitivo mundo de la televisión. Howard Beale es un reconocido conductor de la cadena UBS, cuyos años de éxito acaban y sus bajos números de audiencia provocan que lo despidan. En una de sus últimas apariciones pierde los estribos y, furioso, despotrica en contra del mundo. Al contrario de lo que su equipo piensa, su escandalosa diatriba sube los números de audiencia y Diana Christensen, una joven y astuta programadora, se aprovecha de esto y lo explota de manera alarmante. Howard Beale se vuelve clínicamente loco, pero esto no le importa a nadie con tal de que siga generando audiencia positiva. La inestabilidad de este provoca que revele secretos que no podía revelar y finalmente, desesperada, Diana Christensen lo manda  matar en una transmisión en vivo.

La película empieza con la voz de un narrador presentando a Howard Beale y sus antecedentes. Hasta ese punto todo parece sencillo y claro. Él es el protagonista de la película. Es después, con la aparición de la ambiciosa programadora Diana Christensen, que se entra en terreno fangoso. Es ella quien empieza a mover los hilos de la historia y perseguir un objetivo con afanoso denuedo. Lo que indiscutiblemente la coloca en la posición de la protagonista. Es esta una de las peculiaridades del guion que lo hacen tan fascinantes. Puesto que Howard Beale se mantiene como el personaje central sobre el que la historia gira alrededor y Diana Christensen se yergue como la protagonista que aprovecha el foco en el extravagante comportamiento del conductor para cumplir su deseo. Viéndolo de está manera, hasta parece una analogía de lo que pasa en la cinta.

El guion es demasía complejo y demanda el doble de atención de lo que cualquier otro requeriría. Se trata de una película coral, en la que, por lo menos al principio, recordar los nombres de tantos personajes se vuelve un completo desafío. Son tantos los nombres que, al leer el guion, puede llegar a ser confuso, pero que en la película ya no lo es tanto, porque muchos de los nombres mencionados en el texto, no son mencionados en la cinta. El tratamiento que se le da a los personajes es el propio de una sátira. Son personajes que exponen un defecto evidente, llevado al límite de la exageración, que dictamina sus decisiones, personalidad y comportamiento.

Al terminar de leerlo, da la impresión de haber estado ante la presencia de un arrollador tornado, en el que las corrientes de aire frío y las de aire caliente se enzarzan en una interminable persecución que termina por convertirse en un torbellino demoledor. Nada más que, en lugar de tratarse de corrientes de aire, se trata de los dos diferentes tonos predominantes. Por un lado, tenemos las escenas pomposas y esperpénticas en las que participa la volátil figura de Howard Beale y por el otro lado las solemnes, taciturnas e imperturbables escenas en las que participa la calculadora y fría personalidad de Diana Christensen. Al principio los tonos se mantienen aislados e inofensivos cada cual, en su lugar, pero junto con la progresión dramática colisionan, gestando y desatando el ya antes mencionado tornado.

El guion, aparte de ser reconocido por la academia, en 2006 fue considerado como uno de los mejores diez guiones en la historia del cine por parte del Gremio de Escritores de América. También, en el 2016, fue rankeada por la BBC en el lugar setenta y tres de las cien mejores películas norteamericanas. Sin duda alguna se trata de un guion relevante que no puede pasar desapercibido y, más allá de todos los reconocimientos que ha obtenido, su verdadero valor reside en su cualidad profética en la que expone ideas adelantadas a su época.

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