Lee el guion de Reservoir Dogs

Por Abraham Jaime Villavicencio

El mayor desafío de cualquiera con intención de alzarse como realizador, es el de concebir una primer película y hacerlo pensando en un presupuesto limitado para poder llevarla a cabo de forma independiente. Es entonces que el guion se convierte en el pilar principal del proyecto y en el que radica su éxito o fracaso. Con Reservoir dogs (1992), Quentin Tarantino apostó por un guion en el que se les da la vuelta a cientos de lugares comunes de películas de atraco y en el que, además, agregó una ácida dosis de humor negro característica de su filmografía.

Antes enarbolar el título del cineasta más influyente de su generación, Quentin Tarantino era un ávido cinéfilo con un hambre insaciable de películas. Su pasión por el cine lo llevo a trabajar en un videoclub, en donde continúo acrecentando su bagaje cinematográfico. Su incursión en la industria era sólo cuestión de tiempo y debido a su conocimiento, adquirido de forma instintiva, del lenguaje audiovisual, el productor Lawrence Bender contribuyó en la producción de Reservoir dogs, su primer largometraje. A ese le siguió Pulp Fiction (1994) cinta que se compite su lugar como la película más emblemática del realizador con Kill Bill Vol.1(2003) y Kill Bill Vol.2 (2004).

El guion es de lo más sencillo y complicado al mismo tiempo. Un grupo de delincuentes “profesionales” son contratados para llevar a cabo un atraco y acuerdan usar una bodega como lugar seguro al que acudir al terminar el trabajo. El asalto se complica y es ahí dónde empieza a desenvolverse el guion. Uno a uno van llegando al lugar y la sospecha de que hay un policía infiltrado entre sus filas, responsable del desastre en el que acabaron sus planes, los pone nerviosos a todos. Entre ellos uno llega herido de gravedad, por lo que se le descarta como agente encubierto, pero al llegar al final, se revela que fue él, el policía responsable de todo.

Escribir buenos diálogos es una tarea ardua de la que es difícil salir airoso. Ya no digamos escribirlos con tanta destreza que se vuelvan entrañables. La naturalidad con la que discurren los diálogos en esta película es digna de elogio. Las despreocupadas conversaciones abordan banalidades de lo más pintorescas y aciertan en entretener e incluso divertir al lector o espectador. Las posturas de cada uno de los personajes en este tipo de diálogos, ofrecen una caracterización profunda de los personajes y lo hacen sin la necesidad de caer en una aburrida y tediosa ilustración de sus personalidades. El carácter cómico de estas es una decisión estilística que la diferencia de todas las demás cintas del género.

Si bien un buen guion está sustentado por las acciones de los personajes involucrados, se podría decir que este es una excepción a la regla. No porque el proyecto carezca de acciones dramáticas, sino porque al leer el texto, es imposible dejar pasar la cantidad de fragmentos destinados a albergar grandes cantidades de diálogo. Las acciones se reducen al mínimo y el talento de dialogar del autor sale a relucir. Es raro encontrarse con un guion de esta naturaleza, pero cuando se ejecuta de forma adecuada es un deleite, porque de alguna manera, el escritor se las apaña para llenar sus diálogos, en apariencia fútiles, de acciones dramáticas relevantes.

Un elemento francamente interesante de la historia es la presentación tardía de los personajes. El guion empieza con una conversación entre ellos en la que no se sabe realmente nada al respecto sobre sus personas, salvo por un par de manías y temas de interés. Es después, con la progresión de la narración, que se explora el pasado de los personajes a modo de flashback. El uso de este recurso es realmente efectivo, porque les otorga a sus personajes pequeños momentos de protagonismo en los que se indaga en sus motivaciones. Pero estos no se presentan de un tirón. La trama principal sigue su curso y poco a poco, a lo largo del guion, se abren paso para esclarecer el motivo por el cual los personajes hacen lo que hacen. Con el uso de este recurso se corre el riesgo de caer en la fangosa trampa de la exposición, en la que la trama se detiene para dar paso a un montón de explicaciones, pero este no es el caso. La presentación tardía de los personajes mantiene la trama principal en movimiento y al mismo tiempo revela escabrosos secretos sobre ellos.

El guion es un masterclass sobre cómo poner a dialogar a tus personajes de forma orgánica. Como objeto de estudio es sumamente valioso y las posibilidades que ofrece son muchísimas. No es mera casualidad que esta película sea parte de los cimientos que erigieron una de las carreras cinematográficas de mayor relevancia en la actualidad. Sus diálogos delirantes, la caracterización de sus personajes y el buen manejo de una trama aparentemente sencilla, son algunas de las muchas cualidades que se pueden encontrar en el guion de Reservoir dogs.

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