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Los principales errores en un mal guión

Escribir un buen guión es verdaderamente difícil, tanto como es fácil escribir
uno muy malo. En los malos guiones se suelen cometer siempre los mismos
errores. Evitarlos no convertirá tu trabajo automáticamente en algo bueno, pero
por lo menos asegura que quienes lo lean (amigos, productores, directores,
actores, etc.) no se distraigan con críticas obvias y superficiales, y puedan
poner su atención en las cosas que de verdad importan. 

Descubrir errores en los guiones ajenos es mucho más fácil que encontrarlos
en los propios, pero vamos a tratar de ser honestos con nosotros mismos y
aceptar si es que estamos cayendo en alguno de éstos:

1. Vicios en la descripción

Empecemos por lo más sencillo:

“Vemos a Luis y a José que están comiendo en un restaurante, cuando
comienzan a reírse los de la mesa de al lado y Luis se incomoda”.

En este ejemplo se están utilizando tres de esos ‘vicios’ descriptivos que
muchas veces encontramos en los malos guiones. Por favor, evitemos cuanto
podamos usar “vemos que” o “comienza a”, y los verbos en gerundio.

“Luis y José comen en un restaurante. Los de la mesa de al lado ríen de
pronto. Luis se incomoda”. Así está mejor.

2. Indicaciones de cámara

En el guión que conocemos como ‘guión literario’ no debe haber indicaciones
de cámara, a menos que sean absolutamente necesarias (de preferencia,
¡nunca!). Le corresponderá después al director y al fotógrafo desarrollar el
llamado ‘guión técnico’, en el que sí se especifican los valores de plano y los

movimientos de la cámara. Por lo pronto, a nosotros nos estorban, y también a
los que leen nuestro guión. Hay formas de sugerir planos a través de la
descripción sin tener que escribir “Close Up”. Por ejemplo: “La mano del Rey
tiembla al trazar su firma sobre la carta. No logra hacer más que un garabato
de tinta oscura. El Rey mira fijamente la hoja, entre asombrado y temeroso”.

Me ha tocado leer guiones en los que, incluso, se describen cambios de foco,
tamaños de lente, y otras cosas absolutamente irrelevantes aquí.

3. Descripciones demasiado largas

Un maestro me dijo una vez que la escritura de guión es telegráfica. Se trata de
oraciones simples, principalmente, separadas por puntos seguidos. Debemos ir
al grano, contar sólo lo que está pasando en pantalla y nada más. Nunca
describir en exceso.

Se recomienda tener máximo cinco líneas de descripción por párrafo. Es muy
común en malos guiones ver bloques enormes de texto con descripciones
absolutamente innecesarias del lugar donde se desarrolla la escena, de la luz,
de la ropa que viste el personaje, etcétera.

Debemos tener en mente que el nivel de descripción de una escena se traduce
en el ritmo de la película. Es decir, entre más nos detengamos a describir
detalladamente un espacio o una acción, como la forma en que un personaje
come o se lava los dientes, la película se alentará en pantalla. Lo cual está
bien, si esa es la intención. En cambio, si este tipo de descripciones son breves
en el guión, quiere decir que durarán poco.

4. Escenas innecesarias

Cualquier escena que no tenga un ‘propósito’ o ‘asunto’ claro, que no ayude a
mover la historia hacia delante, aporte información importante para la trama o
nos revele un rasgo de carácter de alguno de los personajes, simplemente no
tendría por qué existir en el guión.

Existen las llamadas ‘escenas de trámite’ que tenemos que aprender a
desechar de nuestra escritura, porque son irrelevantes y siempre se van en la
sala de edición. Me refiero a estas escenas en las que mejor podemos hacer
uso de la elipsis, como el personaje transportándose de un lugar a otro, el
personaje llegando a algún lado, el personaje saludando, el personaje
despidiéndose. Hay que llegar, siempre, directo al ‘propósito’ de la escena.

5. Diálogos pobres

Sobre el tema de los diálogos, haré todo un artículo próximamente, porque es
un asunto largo y complejo. Por ahora puedo adelantarles que, los principales
errores en diálogos son aquellos que perciben artificiales (la gente no habla de
esa forma), aunque son igualmente malos los diálogos que abusan de un argot
particular y resultan inteligibles. También están aquellos diálogos que,
únicamente, reafirman algo que ya vimos o que ya entendimos con la imagen.

6. No dialogar

Por último este punto, que puede molestarme aún mas que el anterior, pues
pone en evidencia a un guionista perezoso y desinteresado. Me refiero a
cuando el escritor, arbitrariamente, decide no dialogar una escena y sólo lo
señala.

Por ejemplo: “Juan se acerca al grupo de personas en donde está Laura. Uno
de ellos habla sobre las próximas elecciones, uno más propone cambiar de
tema con un mal chiste”.

Escribir esto está bien en el argumento, pero no en el guión. En nuestro guión
se debe desarrollar cada palabra que estos personajes dicen, el comentario
sobre los comicios y el mal chiste, frase por frase. No hay de otra.