Guiones del Cine Mexicano: En la palma de tu mano

Por Abraham Jaime Villavicencio

Adivinos, ilusionistas, videntes, tarotistas o magos ambulantes son propios de asentamientos o ciudades con creencias populares y supersticiosas clavadas hasta el núcleo de sus raíces. Algunos argumentan que no se trata más que de formas pomposas, extravagantes y vulgares de timar a la gente y atentar contra sus creencias. Sin embargo, hay muchos otros que creen en los heraldos de las fuerzas superiores y acuden a su encuentro para conocer y moldear su fortuna. Se trate de un fraude pueril o de una serie de predicciones certeras, el halo de misterio que envuelve al ocultismo presenta un morboso atractivo para las personas en general y se convierte en una amplia ventana de oportunidad para toda clase de oportunistas y mercachifles.

En la palma de tu mano (1951) es una película escrita por Luis Spota, que habla sobre las aciagas consecuencias de la ambición desmedida. Su trama gira en torno a Karin, un timador sin escrúpulos disfrazado de mago, que no tiene reparos en aprovecharse de almas rotas e incrédulas. Para dar sentido a sus predicciones se vale de su esposa Clara, quien en su trabajo frecuenta a la clientela de este y, disimuladamente, se mantiene atenta a cualquier cosa que pueda ser de utilidad. Por este medio llega a los oídos de Karin que una mujer llamada Ada va a heredar una gran fortuna tras el deceso de su millonario esposo. El oportunista se presenta en el funeral y, valiéndose de artimañas y supercherías, logra hacer que Ada confiese que mató a su marido para apoderarse de su fortuna. Como no podía ser de otra manera, Karin la chantajea y se involucra sentimentalmente con ella hasta él mismo verse implicado en un asesinato. Las cosas siguen su curso natural hasta qué el adivino es citado en la jefatura de policía. El motivo del citatorio es para hacerlo identificar el cadáver de Clara, quien se suicidó por el desprecio de este, pero la ansiedad le juega una mala pasada y antes de descubrir su verdadero cometido en el lugar, lo confiesa todo. Terminando sin fortuna, sin amor y sin libertad.

Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañes era un narrador, dramaturgo, cronista, periodista, locutor, director de cine y guionista mexicano. A primera vista se puede apreciar su talentosa condición polifacética, pero lo que hace aun más sorprendente su trabajo, es su carácter autodidacta. Nunca tuvo una formación formal del oficio, más bien fue su pasión por la literatura la que lo llevó a incursionar en los parajes del periodismo y después tomar otros senderos.

Por necesidades económicas, a una muy corta edad tuvo que trabajar. Ostentó todo tipo de empleos, desde ayudante de mesero hasta repartidor de volantes. A los catorce años fue empleado por la revista Hoy, lugar en dónde empezó su carrera cómo periodista. Tres años más tarde, con un ávido apetito de desarrollarse en su rama, ingresó en el periódico Excelsior y no conforme con eso, a los diecinueve años fue director del periódico La Extra y no mucho después de Última hora.

Posteriormente dio pie a su extensa y multipremiada carrera literaria. La importancia de su obra reside en el discurso socio político que la imbuía. Su talento como escritor fue reconocido en numerosas oportunidades. Novelas como Más cornadas de el hambre (1950), Los grandes del agua (1954) y Paraíso 25 (1984) fueron bien recibidas por la crítica especializada y lo coronaron como uno de los grandes de la literatura nacional.

También fue un célebre escritor de cine. Corazón de fiera (1951), La gitana blanca (1954) y El justiciero vengador (1962) son algunos de los argumentos desarrollados por él. A pesar de sólo presentar tres, el número de argumentos que escribió para la pantalla grande componen una lista muy extensa en la que vale la pena echarse un clavado. En 1952, por su excelso trabajo escribiendo la historia de En la palma de tu mano, Luis Spota fue premiado con un Ariel de plata por mejor argumento original. De esa manera declaró que su asombroso talento, no sólo alcanzó para una sola disciplina, sino para dos, desarrolladas con tanta maestría que en ambas fue premiado.

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