Guiones del cine mexicano: Naufragio 

Por Daniela Guivini Salgado Correa.

En noviembre de 1978, CONACINE y Directores Asociados, S.A. estrenan su nueva producción “Naufragio”, filmada bajo el guion de José de la Colina y Jaime Humberto Hermosillo, quien también la dirige. Con la actuación de la talentosa y prolífica María Rojo (“El apando”, “La tarea”, “Rojo Amanecer”) interpretando a Leticia; José Alonso como Miguel Ángel (“Crónica de un Desayuno”, “En la trampa”) y, la múltiples veces reconocida, Ana Ofelia Murguía (“Las Pochianquis”, “Amor Libre”, “Fecha de Caducidad”) en el papel de Amparito.

El filme logró obtener cinco premios Ariel que incluyen Mejor Guion, Mejor Película y Mejor Dirección.

El argumento está inspirado en el cuento del novelista polaco Joseph Conrad, “Mañana” (1902) y el parecido que más guarda con este se encuentra en el tono en que representa la aflicción, la atmósfera repetitiva de pesadumbre y temáticas como la idealización, las apariencias y la vulnerabilidad que se esconde en la espera.

La historia de la película, la cual se toma varias licencias artísticas de adaptación e interpretación, va de dos mujeres: Leticia, una chica joven, amable y vivaz y Amparito, una señora eternamente esperanzada, que le renta un cuarto. Ambas son secretarias y a diario viven la monotonía de la vida burocrática. Amparito desde hace siete años espera obsesivamente el regreso de su misterioso y adorado hijo Miguel Ángel, siempre convencida y anunciando a todos que volverá -mañana-. Un día Amparito pierde un poco la fe y se quiebra, se enferma quedando muy débil, así que, Leticia se encarga de ella y es cuando repentinamente, Miguel Ángel vuelve.

José de la Colina fue un escritor, ensayista y periodista español que se instaló en México tras el exilio de su familia después de la guerra civil española; entre sus obras destacadas están el ensayo “El cine del Indio Fernández”, diversos microrrelatos y relatos como “La Lucha con la Pantera”, “Cuentos para vencer a la Muerte”, “El Corazón de la Noche”, “Fe, Esperanza y Caridad”, así como su entrevista a Luis Buñuel en 1984.

Jaime Humberto Hermosillo cursó estudios en el CUEC, fue contemporáneo y compañero de trabajo de Felipe Cazals, Arturo Ripstein, Paul Leduc, Jorge Fons y Gabriel García Márquez. Es ahora una referencia del cine mexicano sociocultural, crítico y transgresor; empeñado en desentrañar a la clase media, tal como lo hace con su ganadora al Ariel “La Pasión Según Berenice” (1976) desde la perspectiva de una idiosincrasia de provincia o en “Amor Libre” (1978) también sobre dos mujeres, quienes se están volviendo económicamente independientes o con “Doña Herlinda y su hijo” (1984) donde explora la homosexualidad.

En esta obra, Hermosillo nos sumerge en el pequeño gran universo de estas dos mujeres; mostrando distintos ámbitos de sus vidas que van desde amantes, amigos, familia y pendientes, hasta detalles que podrían parecer insignificantes. Lo que me parece que más destaca es la relación que se forma entre ellas, de características tan distintas y sin un parentesco. Sin importar la situación o desacuerdos, se acompañan y se apoyan, teniendo en común la complicidad y la lamentable idealización de la misma persona.

Se puede observar el deseo del director de marcar una línea narrativa distinta en cuanto a estereotipos femeninos del cine mexicano, hiperbolizando los roles de género que se observan en la Época del Cine de Oro: madres desvividas, sacrificadas, sumisas, abnegadas y desamparadas. La idolatrización de Amparito y Leticia hacia Miguel Ángel está plasmada casi con un estilo fársico y el espíritu de la película se resume con su final; un remate para mostrar este contraste de representación femenina el cual podría esperarse que fuese melodramático, meloso y de un esperado encuentro feliz, pero es totalmente lo contrario, ya que cierra con una de las escenas más impresionantes del cine mexicano en cuanto a valor de producción y valor metafórico.

Finalmente, agregar que como primer vistazo la cinta parece glorificar el concepto de la relación madre-hijo, pero en el subtexto, que progresivamente se va haciendo más evidente, en realidad representa la fortaleza de una relación madre-hija o mujer-mujer, dándoles a sus personajes una individualidad y profundidad que no existió por mucho tiempo en el cine nacional. Por ello, vale mucho la pena revisitar el cine mexicano tanto como sea posible, observar la evolución e influencias por las que ha pasado para lograr crear un cine consciente en la actualidad.

@EscribeCine