Lee el guion de Notorious

Por Abraham Jaime Villavicencio

Pocas historias son tan tensas como las de amor o las de espionaje. En ambas la cautela, la precaución y la traición son elementos esenciales para el argumento. Las tramas sobre romance o sobre infiltración, por separado y bien construidas, prometen una narración estimulante y cargada de tensión; juntas son capaces de componer una mezcla explosiva, hipnótica, emocional y vertiginosa. De entre muchas otras razones, esta se encuentra entre las principales por las que, el célebre cineasta francés, François Truffaut, considera Notorious (1946) la mejor película del maestro del suspense Alfred Hitchcock.

Alfred Hitchcock fue la persona detrás de la brillante y habilidosa dirección de la película, sin embargo, fue Ben Hecht quien la escribió. Su nombre puede ser ignorado por muchos en la actualidad, pero en ese entonces era un guionista tan avezado que era llamado “el Shakespeare de Hollywood”. Un sobrenombre digno de su trabajo tanto en calidad como en cantidad. Su vasta obra asciende a setenta películas y treinta y cinco libros. En el albor de los premios Oscar, fue el primer guionista en ser condecorado con la estatuilla por su trabajo en el argumento original de Underworld (1927). Muchas de las películas en las que colaboró como escritor, hoy en día son considerados grandes clásicos. La lista es larga, pero sin duda digna de ser visitada y estudiada. Algunas de las cintas que la conforman son Scarface (1932), His Girl Friday (1940) y Monkey Business (1952).

El guion gira en torno a una desdichada mujer llamada Alicia Huberman, quien es sometida a un concienzudo escrutinio, por parte de las autoridades, por el reciente juicio en el que acusaron a su padre de ser un espía Nazi. Su infortunio la lleva empinar el codo de forma descarada y excesiva. En una fiesta posterior, se encuentra con el oficial Devlin, un atractivo agente federal que la persuade para aprovechar su posición como hija de un traidor y colarse en una organización Nazi radicada en Brasil. En los días que pasan juntos, previos a la misión, se unen en una relación amorosa, pero no mucho después es revelada la naturaleza de su cometido. Seducir a uno de los nazis y obtener información a través de él.

Los personajes rebosan un carisma con un potente efecto seductor. Tanto es así que es inasequible no sentir simpatía y lastima por el partidario Nazi victima de los protagonistas. Las complejidades que merodean en sus mentes se hacen patentes en sus acciones y palabras. Todos y cada uno de ellos se presenta como una persona de carne y hueso con dudas, anhelos, debilidades y fortalezas. Perderse en sus interacciones es una delicia y las revelaciones que los golpean, no importa de quien se trate, son dolorosas.

Es imposible hablar sobre este guion, sin mencionar la efectiva teoría del MacGuffin. Termino acuñado por el propio Alfred Hitchcock. El MacGuffin consiste en un elemento característico del suspense que actúa como excusa argumental. Su función es la de hacer que los personajes avancen en la trama sin darle al objeto per se importancia alguna. Es un método en demasía útil constantemente aprovechado. En este caso se trata de las botellas de vino llenas de uranio. En la historia, que estén rellenas de uranio, arena o azúcar no es relevante, pero su existencia provee un pretexto orgánico y lógico para generar intriga entre los personajes y ser el conductor de la trama. Misma que es más bien una historia de amor entre estos dos personajes.

La historia también tiene sus tintes trágicos, en los que la muerte anda al acecho de quien sea el primero en descuidarse. Alicia es la primera en ponerse al peligro al ser descubierta por su, en ese momento de la historia, esposo Nazi. Este, con el miedo a no ser descubierto por sus camaradas, emprende un paciente y lento camino para envenenar a Alicia. Los síntomas no tardan en manifestarse, pero ella se los atribuye a una enfermedad pasajera. A causa de su falso matrimonio, su relación con Devlin se tambalea y esta prefiere no ponerle sobre aviso. Sin embargo, y pese a su delicado estado de salud, ella se muestra renuente a abandonar su misión y continua con sus indagaciones. Eventualmente descubre las intenciones de su esposo, pero ya es demasiado tarde para ella.

La tensión en ese momento del guion es desesperante y el orden en el que se van dando las cosas está conscientemente dispuesto para causar frustración en el lector o espectador. Es un momento en el que ya no hay esperanza para la verdadera historia presentada. Pero, por suerte, Devlin, ante la nula aparición de Alicia en sus reuniones semanales, le hace una visita y la descubre postrada en cama apenas consciente. Huye con ella de la casa, pero no sin antes asegurar la muerte del culpable de los achaques de Alicia.

El final es uno en donde triunfa el amor y el deber. Al principio estos dos aspectos de la película colisionan y amenazan con acabar con la cordura de los personajes, pero en el final se consigue una comunión en la que la emoción predominante es el amor pasional que sienten el uno por el otro. Es una película de amor disfrazada de una de espionaje. Nadie hubiera podido hacer un trabajo mejor al de la mancuerna compuesta entre Alfred Hitchcock y Ben Hecht. Sin duda, una película sobresaliente, concebida por dos mentes maestras.

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