Guiones del Cine Mexicano: Comisario en turno

Por Abraham Jaime Villavicencio

Comisario en turno (1949) es una película que plantea la ya conocida disyuntiva a la que se enfrentan los padres al descubrir actos deplorables por parte de sus hijos. No conforme con enmarcar el conflicto con una familia común, lo hace con una en la que el padre de familia es el encargado de impartir justicia como comisario. La osadía de hacer esto y el buen tratamiento que se le dio a la historia, la hicieron merecedora del premio Ariel en la categoría de mejor argumento original, en la ceremonia celebrada en 1950.

El guion narra un día común en la vida de Don Alfonso, el comisario de la región, quien tiene una vida alegre y prospera junto a su familia. En la comisaría lidia con una serie de casos en los que demuestra su férreo sentido de la justicia y su vigoroso honor al condenar a quien se lo merezca. No tiene reparos en amonestar a gente aparentemente influyente y sus condenas no discriminan en clase social o relaciones políticas. Todo parece marchar con naturalidad, hasta que su implacable imparcialidad se ve amenazada por un delito acometido por su hijo. A pesar de todas las ofertas que le hace su colega para encubrirlo y las amenazas con las que su esposa lo amaga, él actúa conforme a sus valores y coloca a su hijo detrás de las barras.

El tortuoso dilema que somete a Don Alfonso es una realidad que atenaza a todos los padres de familia, en mayor o menor medida, pero ninguno está exento de esa posibilidad. Al final, la película es alentadora e ilustra al sistema penal como incorruptible. Aunque sea ficción, el hecho de presenciar a un agente de la ley condenar a su propio hijo, resulta esperanzador y pone de manifiesto que, aunque pocos, existe la posibilidad de encontrarse con servidores públicos honestos. La cinta también invita a reflexionar y suscita la pregunta ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? Al tratarse de una pregunta moralmente dudosa, la respuesta que se obtenga a nivel individual es directamente proporcional a la cantidad de empatía generada.

No es de extrañar que el argumento de la película este tan bien logrado, puesto que la mente detrás de la historia es el afamado argumentista Juan García “El Peralvillo”, mejor conocido por ser el responsable de la fama de Tin tan. Nació en Matamoros, Tamaulipas, pero con la intención de encontrar mejores oportunidades de trabajo, se trasladó a la Ciudad de México, lugar en donde desempeño diversos oficios antes de involucrarse en la industria fílmica.

A pesar de ser conocido por su trabajo con los argumentos, sus primeros trabajos fueron como extra. Alfonso Sánchez Tello le hizo una propuesta para figurar como extra en una de sus películas. Él vio esto como una gran oportunidad y acepto. Pasaron casi diez años desde ese primer trabajo a su consolidación como actor. Por su actuación en la emblemática película La perla (1948) ganó un premio Ariel en la categoría de mejor actor a cuadro. Un año después, con base a vivencias personales, optó por escribir su primer argumento: Comisario en turno (1949).

Después de ese momento y por su enorme éxito con esa película, dedicó su vida a escribir argumentos. Entabló una asociación junto a Gilberto Martínez Solares, en la que escribieron historias sobre una de las personalidades legendarias de la época de oro del cine mexicano: Tin tan. Entre esos argumentos se encuentran. Soy charro levita (1949), La marca del zorrillo (1950), El revoltoso (1951), entre otras.

Su aportación al cine mexicano es incalculable. Comisario en turno es una película valiosa por los temas que plantea y por ser el primer paso, como argumentista, de Juan García “El Peralvillo”. Es difícil imaginarse una época del cine de oro mexicano sin los increíbles argumentos de este autor y si no hubiera sido por esa película, tal vez su nombre no hubiera pasado a la historia.

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