Lee el guion de Honey Boy 

Por Abraham Jaime Villavicencio

Uno de los medios más gratificantes para canalizar el dolor es la creación de una obra artística. Las manifestaciones artísticas tienen la cualidad de usar las emociones como herramientas de creación y otorgarle al creador una manera de curarse de sus heridas del pasado. El arte es la aglomeración de una serie de sentimientos imbuidos, de forma consciente o inconsciente, que ofrece purgar y expresar las dolencias que no nos permiten seguir avanzando. La creación del guion de Honey Boy significó esto para el cineasta Shia LeBeouf. 

A menudo, Shia LaBeouf es asociado como una figura de lo más controversial en el mundo del espectáculo. Se ha visto envuelto en numerosos escándalos tales como accidentes automovilísticos y adicciones. Su comportamiento errático lo ha llevado a más de un tribunal y su inestabilidad mental ha amenazado con destruir su carrera. Todo esto producto de su infancia y su problemática relación con su padre. Honey Boy es el primer guion que escribe y con el que relata el origen de sus frustraciones. 

El guion sigue a Otis, una persona talentosa y atormentada. El inicio de su carrera, a la corta edad de 12 años, manipulada por su inestable padre James Lort y su estancia, a la edad de 20, en un centro de rehabilitación, acechado por las secuelas de la relación con su padre, conforman los dos tiempos en los que atestiguamos su crecimiento, descenso y presumible recuperación. 

La obra es una composición de paralelismos muy bien llevados y a pesar de que la historia es contada en dos líneas del tiempo, hay relaciones claras entre las escenas del pasado y del futuro. La sucesión entre dichas escenas no es gratuita, lo que sucede en el pasado señala decisiones u acontecimientos reflejados en el futuro. Hay una escena en la que James asegura, a modo de reprimenda, que Otis se gana la vida mintiendo, este se desgañita negando tal afirmación, pero su padre no cambia de parecer. Inmediatamente, en la escena siguiente, se nos presenta a uno de los entrenadores del centro de rehabilitación, cuestionando la veracidad de las palabras de un Otis joven, este termina la conversación señalando, cínicamente, que se ha ganado la vida mintiendo. Este tipo de sucesiones son frecuentes en el guion y sirven para esclarecer la forma en que Otis pasa de ser un niño inocente y estable a un joven problemático e inestable. 

Hay un recurso llamado personaje de subtrama, que resulta utilizado de forma brillante en este guion. John Turby en su libro, Anatomía del guion: El arte de narrar en 22 pasos, define al personaje de subtrama, como la oportunidad de definir al protagonista a través de una comparación con alguien ajeno a la historia que pasó por circunstancias similares. Shia LaBeouf mostró un entendimiento inusitado de dicho recurso. El padre de Otis acude a una reunión de personas con problemas de drogas y se da de bruces con la historia de un sujeto (el personaje de subtrama) al que los tratos de su padre lo orillaron a las drogas. En una conversación de cinco minutos se nos presentan las secuelas con las que Otis lidiará en el futuro por su maltrecha relación con su padre. 

Las secuencias oníricas conforman una parte esencial de este guion. Este tipo de secuencias marcan los puntos en los que Otis presenta evoluciones en su rehabilitación. Siendo la última, una breve conversación con su padre y un paseo en moto bajo el cielo estrellado, el final de la película. De forma poética se nos sugiere que Otis se ha reconciliado con su pasado y promete su pronta recuperación. 

Todos los aspectos técnicos del guion están muy bien, pero lo que verdaderamente hace que valga la pena leer este guion, es la humanidad desbordada en cada una de las palabras escritas. LaBeouf enriquece la obra con una intimidad tal, que sólo se puede dar al tener contacto directo con experiencias similares. El relato nos transmite emociones crudas y violentas que realmente vale la pena sentir. 

Para terminar, Honey boy hace patente la necesidad del ser humano por reconciliarse con los fantasmas de su pasado, para poder gozar de una vida plena. Es un guion que invita a la reflexión sobre los sacos que arrastramos y la manera en que afectan nuestra vida diaria. Pero sobre todo, es un guion que toca nuestros corazones y no se cansa de estrujarlo hasta dejarlo adolorido. 

Lee el guion AQUÍ.

Síguenos en @EscribeCine